EL HOMBRE DE ACERO (Man of steel, Zack Snyder, 2013)

Por supuesto, un personaje tan icónico como Superman ha tenido diversas versiones en el campo de la animación y de la ficción televisiva, pero para no extendernos demasiado nos centraremos en su pase por el séptimo arte:
Tras los seriales Superman (Spencer Gordon Bennet y Thomas Carr, 1948) y Atom Man vs. Superman (Spencer Gordon Bennet, 1950), interpretados por Kirk Alyn, y la curiosa película de serie B Superman y los hombres topo (Superman and the mole-men, Lee Sholem, 1951), con la primera actuación de Georges Reeves como el superhéroe, la superproducción Superman (Superman, Richard Donner, 1978) se convirtió en todo un referente de hasta dónde podían dar de sí los efectos visuales, en una excelente obra con el entonces desconocido Christopher Reeve de protagonista. Con un envidiable sentido del ritmo y un malo de antología interpretado por Gene Hackman, el filme resultó uno de los acontecimientos cinematográficos de la década de 1970. Por fin la tira de cómic ideada por Jerry Siegel y Joe Suster tomaba vida propia hasta identificarse plenamente el personaje de las viñetas con el cinematográfico. Algo que continuó en la segunda parte de la saga, Superman II (Superman II, Richard Lester, 1980), con un impresionante duelo de seres con poderes en medio de Metrópolis.
La obsesión por lo cómico de su director se hace evidente en la tercera parte, Superman III (Superman III, Richard Lester, 1983), con un prólogo de antología que homenajea al cine mudo y un decepcionante desarrollo en el comportamiento de los malos encabezados por un desagradable Richard Pryor.
Su cuarta entrega, Superman IV: En busca de la paz (Superman IV: the quest for peace, Sidney J. Furie, 1987), producida por la nefasta Cannon, presentaba a Superman como paladín de la paz mundial, resultando de un patetismo sin precedentes en el cine moderno a pesar de la recuperación de Gene Hackman como el malvado Lex Luthor.
La resurrección del personaje en Superman returns: El regreso (Superman returns, Bryan Singer, 2006), con Brandon Routh en el papel protagonista y remitiéndose a las dos primeras entregas, no tiene más aliciente que el propio regreso del personaje al cine y el carácter mesiánico que se le da. Por lo demás, constituye el típico despropósito millonario amorfo y oportunista -los superhéroes empezaban entonces a pegar fuerte en la pantalla grande-.
Una nueva película de orígenes significó El hombre de acero, esta vez con Henry Cavill en el papel de Superman y con un tono más oscuro, rico e interesante, dando un trabajo realmente disfrutable que encaja a la perfección como representante del universo DC. Cavill siguió dando vida al personaje en los crossovers con otros superhéroes de la editorial Batman v Superman: El amanecer de la justicia (Batman v Superman: Dawn of justice, Zack Snyder, 2016) y Liga de la Justicia (Justice League, Zack Snyder, 2017).
A abril de 2025 estamos ante la expectativa del estreno de Superman (James Gunn, 2025), con David Corenswet como el nuevo rostro del hijo de Kripton.
EL HOMBRE LOBO (The wolfman, Joe Johnston, 2010)
El mito del hombre lobo parte de una leyenda que tiene lugar cuando un hombre es mordido por un lobo, en algún lugar de Europa del Este, sufriendo una maldición que le hará convertirse en dicho animal durante las noches de Luna llena.
La primera vez que apareció en el cine fue a través de El lobo humano (Werewolf of London, Stuart Walker, 1935), producción de serie B de La Universal con Henry Hull como el primer licántropo del cine.
Después, la misma productora decidió sacar más colmillos en pantalla a través del actor Lon Chaney Jr., quien encarnó al hombre lobo Lawrence “Larry” Talbot en cinco ocasiones: El hombre lobo (The wolf man, George Waggner, 1941), con un guion original de Curt Siodmak; Frankenstein y el hombre lobo (Frankenstein meets the wolf man, Roy William Neill, 1943), La zíngara y los monstruos (House of Frankenstein, Erle C. Kenton, 1944), La mansión de Drácula (House of Dracula, Erle C. Kenton, 1945) y la paródica Contra los fantasmas (Abbott and Costello meet Frankenstein, Charles Barton, 1948). Luego, el actor volvería a ponerse en la piel de un licántropo en Face of the screaming werewolf (Jerry Warren, 1964).
Un magnífico remake de la primera película de la saga es El hombre lobo (2010), con Benicio del Toro como el nuevo Lawrence Talbot. Un filme que lo tiene todo: excelentes actores, excelente música, una ambientación y atmósfera fantásticas y excelentes efectos especiales. Simplemente genial.
Uno de los iconos del cine de terror clásico, la figura del hombre lobo ha tenido muchas otras incursiones en el cine. Ya a principios de los 60, en plena recuperación de monstruos clásicos a cargo de la productora Hammer, el peludo apareció en La maldición del hombre lobo (The curse of the werewolf, Terence Fisher, 1961), con Oliver Reed brincando por ahí; y en la bestia debe morir (The beast must die, Paul Annet, 1974). Otras versiones destacables son Aullidos (The howling, Joe Dante, 1981), que tiene su propia saga; Un hombre lobo americano en Londres (An American werewolf in London, John Landis, 1981), original mezcla de terror y surrealismo cómico; Miedo azul (Silver bullet, Daniel Attias, 1985), lamentable adaptación de una novela de Stephen King; Lobo (Wolf, Mike Nichols, 1994), con Jack Nicholson; Un hombre lobo americano en París (An American werewolf in Paris, Anthony Waller, 1997) y Hombre lobo (Wolf man, Leigh Whannell, 2025).
Aunque si hay una saga dedicada al personaje que no podemos dejar de lado es la interpretada por el español Paul Naschy como el trágico Waldemar Daninsky. Iniciada con La marca del hombre lobo (Enrique L. Eguiluz, 1968), a lo largo de siete películas estrenadas entre 1968 y 1996 -si no contamos la infantil Buenas noches, señor monstruo (Antonio Mercero, 1982) y la comedia Aquí huele a muerto: Pues yo no he sido (Álvaro Sáenz de Heredia, 1989)- el personaje no se arrugó ante nada, y, contra viento y marea, Naschy lo hizo suyo como nadie lo ha conseguido en la historia del cine, convirtiéndose merecidamente en un mito en determinados foros internacionales.
LA VENGANZA DEL JINETE / EL JINETE DEL AMANECER (Dawn rider, Terry Miles, 2012)
Tras el asesinato de su padre, John Mason está dispuesto a poner el mundo patas arriba para encontrar al responsable. Lo que no sabe es que el asesino podría estar en su propia casa.
Bueno, ¿qué puedo decir de este western de venganzas? Pues que es lo que es. Lo más seguro es que su presupuesto se destinó a pagar los salarios de sus cuatro actores principales. Si hay algo que destacar es la siempre genial Jill Hennessy, que es lo mejor de la película. Por lo demás, un filme inverosímil e involuntariamente risible, con un muy poco convincente Christian Slater en el papel principal -la verdad es que nunca me ha gustado cuando pasó a interpretar personajes adultos-.
El original es el pequeño clásico El jinete del alba (The dawn rider, Robert N. Bradbury, 1935), protagonizada nada menos que por John Wayne, principal atractivo de un título mediocre pero entretenido, y cuyo argumento ya había sido tratado en los filmes A son of the plains (Robert N. Bradbury, 1931), con guion original de su director, y Jack el terrible (Galloping thru, Lloyd Nosler, 1931), y volvería a hacerlo en Western trails (George Waggner, 1938).
NADA QUE ESCONDER / EL JUEGO (Le jeu, Fred Cavayé, 2018)
La película italiana Perfectos desconocidos (Perfetti sconosciuti, Paolo Genovese, 2016) es una comedia negra, muy bien escrita por el director, Filippo Bologna, Paolo Costella, Paola Mammini y Rolando Ravello, que nos plantea una pregunta realmente interesante: ¿Qué pasaría si un grupo de amigos que afirman conocerse a la perfección dejaran sus teléfonos móviles donde todos pudieran escuchar las llamadas y leer los mensajes? Sí. Un desastre.
La brillante idea inicial se desarrolla en un maravilloso crescendo que transforma rápidamente la situación de una agradable cena con viejos amigos en un sangriento campo de batalla que revela los secretos más oscuros. La película es a la vez divertida y dramática, al igual que el agridulce final. Gran reparto, buena dirección y buena fotografía.
El éxito en su país natal y la originalidad del argumento llamó la atención de muchas cineastas, llegando a la friolera de veinticinco remakes inmediatos a nivel internacional, a saber: en Grecia (2016), España -la estimable Perfectos desconocidos (Álex de la Iglesia, 2017), aunque solo es una copia casi línea a línea de la italiana-, Turquía (2018), India, en idioma kannada (2018), Francia -la absolutamente cautivadora El juego, tanto en guion, trama como actuaciones-, México -la decente Perfectos desconocidos (Perfectos desconocidos, Manolo Caro, 2018), con una buena trama y excelentes actuaciones-, Corea del Sur (2018), Hungría (2018), China (2018), Rusia (2019), Armenia (2019), Polonia (2019), Alemania (2019), Vietnam (2020), Japón (2021), Rumanía (2021), Eslovaquia-República Checa (2021), Israel (2021), Holanda (2021), Egipto-Emiratos Árabes Unidos-Líbano -la absurda, irreal, incómoda y vergonzosa Perfectos desconocidos en el Líbano (Ashab wala aaz, Wissam Smayra, 2022), sin ningún relieve-, Noruega (2022), Indonesia (2022), Islandia (2023), Dinamarca (2023) e India de nuevo, esta vez en hindi (2024).
EL APOSTADOR / EL JUGADOR (The gambler, Rupert Wyatt, 2014)
Aunque claramente inspirada en la novela homónima de Fiódor Dostoievski, El jugador (The gambler, Karel Reisz, 1974), sobre la historia de un profesor enloquecido por su pasión por el juego, solo atribuye el origen de su argumento al guion de James Toback -quien pronto pasaría a la dirección-, en un drama criminal donde James Caan se enfrentó con uno de los personajes más complejos de su carrera.
Su remake de 2014, a pesar de ser un tanto tedioso, consigue ser un drama excelente que logra un desenlace muy satisfactorio, con un Mark Wahlberg genial en el papel protagonista.
DESEO DE MATAR / EL JUSTICIERO (Death wish, Eli Roth, 2018)
El justiciero de la ciudad (Death wish, Michael Winner, 1974) fue la primera de muchas películas de la época que presentaban a ciudadanos, a uno u otro lado de la ley, dispuestos a terminar como fuese con el caos criminal que asola su ciudad. La mayoría eran subproductos fascistas que solo buscaban violencia gratuita y cuyo mensaje era el “ojo por ojo”. La película de Winner no es que se distancie mucho de esa tendencia, pero al menos cuenta con una dura y contenida interpretación de Charles Bronson en el papel protagonista y algunos momentos especialmente brillantes. A partir de la novela de Brian Garfield, narra la venganza llevada a cabo por el arquitecto Paul Keiser cuando unos delincuentes asesinan a su mujer -Hope Lange- y violan a su hija. Su abrumador éxito dio para cuatro secuelas, donde Bronson / Keiser seguiría cargándose a los indeseables de turno: Yo soy la justicia (Death wish 2, Michael Winner, 1981), con una factura impecable en cuanto a escenas de acción se refiere, un reparto bastante bueno -Vincent Gardenia, Jill Ireland, Dyan Cannon, Anthony Franciosa- y algunas frases destacables como la clásica “¿Crees en Dios? Pues ve a reunirte con él”; El justiciero de la noche (Death wish 3, Michael Winner, 1985), un bodrio sin nada positivo; Yo soy la justicia II (Death wish 4: The crackdown, J. Lee Thompson, 1987), donde la saga recupera cierto brío con el nuevo director; y Venganza personal (Death wish V: The face of death, Allan A. Goldstein, 1993), en la cual, por supuesto, no queda ninguna de las buenas ideas de antaño, y a Bronson se le notan los veinte años que habían pasado desde que exterminó malhechores por primera vez.
Bruce Willis fue el elegido para interpretar a Kelsey, ahora cirujano, en el remake de 2018 de la primera película, donde el tono y el mensaje se mantienen prácticamente iguales, sin esconder su fidelidad al original, pero eso no impide que su simple historia logre ser impactante, dando una película de acción urbana por encima de la media, con actuaciones decentes, buena fotografía, buen ritmo y una banda sonora a la altura.
EL LLANERO SOLITARIO (The Lone Ranger, Gore Verbinski, 2013)
El personaje de “The Lone Ranger” -conocido en los países de habla hispana como “El Llanero Solitario”- apareció por primera vez en el serial radiofónico homónimo estrenado en 1933. Ya fuera creado por el dueño de la emisora, George W. Trendle, o por Fran Striker, guionista del serial, lo cierto es que gozó de un enorme éxito y no tardó en pasar al cine, en los seriales The Lone Ranger (John English y William Witney, 1938) y The Lone Ranger rides again (John English y William Witney, 1939), en el primero con Lee Powell como el protagonista y en el segundo con Robert Livingston en el mismo papel, y en ambos con Chief Thundercloud como su fiel ayudante el indio Tonto.
Aunque su versión más recordada, sobre todo en Estados Unidos, es la mítica serie televisiva El Llanero Solitario (The Lone Ranger, 1949-1957), con Clayton Moore como el protagonista y Jay Silverheels como Tonto, quienes también interpretarían dichos papeles en las películas El guardián enmascarado (The Lone Ranger, Stuart Heisler, 1956) y El Llanero Solitario y la ciudad perdida de oro (The Lone Ranger and the lost city of gold, Lesley Selander, 1958).
El personaje reapareció en La leyenda del Llanero Solitario (The legend of the Lone Ranger, William A. Fraker, 1981), patético western crepuscular con Klinton Spilsbury como el protagonista y Michael Horse como Tonto, mientras que un nuevo intento de resucitarlo en 2013, contando con Armie Hammer y Johnny Deep en los pepeles principales, no logró convencer a casi nadie, a pesar de ser una película sorprendente y encantadora, con sus dosis de acción y humor, una buena trama y un reparto genial.
Otros títulos televisivos fueron los telefilmes Return of the Lone Ranger (1961), episodio piloto de una serie que no llegó a realizarse, con Tex Hill de protagonista; y El Llanero Lolitario (The Lone Ranger, Jack Bender, 2003), con Chad Michael Murray y Nathaniel Arcand como el héroe y su ayudante respectivamente. Y no nos olvidemos de la series animadas, la emitida durante 1966-1968, y la producida por Filmation durante 1980-1982.
EL MONJE (La moine, Dominik Moll, 2011)
La novela original de Matthew G. Lewis es un relato de terror gótico que nos narra la historia de un virtuoso monje que cede a sus impulsos lujuriosos, desencadenando una serie de acontecimientos que acabarán condenándole. El relato ha tenido tres adaptaciones cinematográficas, y ninguna muy afortunada que digamos:
-La coproducción entre Alemania, Francia e Italia El monje (Le moine, Adonis Kyrou, 1972), escrita por Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière, y realizada por el prestigioso crítico Adonis Kyrou. La falta de solvencia profesional del realizador, que se traduce en una puesta en escena particularmente mala, la mediocridad de la fotografía, la pobreza de medios y la inesperada contradicción entre la fidelidad al original y cierto propósito crítico determinan el penoso fracaso artístico que supone la película, comprensiblemente maldita.
-La coproducción hispano-británica El fraile (The monk, Francisco Lara Polop, 1990) ni denota una solvencia mínima en cuanto transposición literaria -casi todas las incidencias terroríficas de la novela son descartadas, y los elementos eróticos se reflejan con un recato ridículo-, ni posee categoría propia como película -personajes estereotipados, todos los tópicos acerca de la inquisición, interpretación desvaída, realización mecánica-.
-La hispano-francesa El monje (2011), por comparación, resulta la mejor, pese a que podría ser más interesante, en un relato apresurado y descuidado, teniendo su mayor virtud en la interpretación de Vincent Cassel.
ASESINO EN CASA / EL PADRASTRO (The stepfather, Nelson McCormick, 2009)
Y más remakes de pequeños clásicos del terror de las décadas de 1970 y 1980 realizados durante la década de los 2000. En esta ocasión es de El padrastro (The stepfather, Joseph Ruben, 1986), escrita por Donald E. Westlake, donde, tras asesinar a su familia, un psicópata decide cambiar de personalidad y contraer matrimonio de nuevo... Una película de resultados muy discretos, que, no obstante, se acabó convirtiendo en filme de culto, con sus respectivas secuelas: El padrastro II (Stepfather II, Jeff Burr, 1989) y el telefilme El padrastro III (Stepfather III, Guy Magar, 1992).
Por su parte, el remake -¿o es reinicio?- de 2009 no tiene nada que no hayamos visto antes, y, la verdad, solo vale la pena por su descarado enfoque en la sensualidad que destila Amber Heard.
EL PAÍS DE LOS SUEÑOS (Slumberland, Francis Lawrence, 2022)
“Little Nemo in Slumberland” es un gran clásico del cómic escrito y dibujado por Winsor McCay, que nos relata las fantáticas aventuras que vive en el País de los Sueños el niño titular una vez se ha ido a dormir. El propio McCay ya había realizado un cortometraje de animación titulado Little Nemo (J. Stuart Blackton y Winsor McCay, 1911). Sin embargo, el primer largometraje no llegaría hasta el estreno de la película animada coproducida entre Estados Unidos y Japón El pequeño Nemo (Little Nemo, Masami Hata y William Hurtz, 1992), una encantadora, imaginativa y sorprendente fantasía infantil, si bien en su recta final acaba resultando convencional y previsible.
El filme de imagen real El país de los sueños resulta una adaptación libre, pero se deja ver con agrado, sabiendo ser tan creativa como emocional, tan dulce como desgarradora, tan sentimental como un poco predecible. La actriz adolescente Marlow Barkley resulta agradable en el papel de una versión femenina de Nemo y Jason Momoa está gracioso en una versión radicalmente alterada de Flip.